“Los sueños sin metas solo son sueños. Sin metas diarias, semanales, mensuales, anuales,… Los sueños sin metas llevan a la desilusión. Las metas son lo que está entre los sueños y los logros. Las metas solo se pueden alcanzar con disciplina y constancia».

PIAGET

Hace ya varios años que emprendí una nueva trayectoria profesional, reinventándome y dedicándome a algo prácticamente nuevo para mi, totalmente distinto a lo que había hecho durante los 15 años anteriores, los que resumían toda mi carrera profesional hasta la fecha. Todo lo que he visto, todo lo que he aprendido, todo lo que me ha resultado de valor en este nuevo camino lo he resumido en estas Diez claves para triunfar en el ámbito profesional que a continuación enumero y detallo. De haberlos conocido antes, de haberlos puesto en práctica, estoy seguro que el proceso de construcción de mi nueva profesión hubiese alcanzado el éxito con mayor celeridad. Al día de hoy, y no habiendo alcanzado ese éxito áun, creo que observar y tener muy presentes esto díez puntos me harán alcanzar mis metas con mucha más rapidez y de manera mucho más rotunda que por el contrario, obviándolos y no dándoles cumplimiento.

Quizás, la clave principal de todas, la más importante y la que debiera encabezar esta lista es la que afirma que no vale, no es suficiente, conocer o recordar estos principios. Hay que llevarlos a la práctica, integrarlos, convertirlos en experiencia y por tanto en realidad. Hay que ponerse en marcha y llevarlos a la acción.

Estas diez claves son las siguientes:

1.- ¿Tienes habilidades sociales, conectas con las personas, te resulta fácil relacionarte con ellas? Bien, ya has dado el primer paso. Ahora necesitas mostrarles a tus posibles clientes la pasión, la fuerza y el amor que pones en lo que haces. Es por eso por lo que ellos te querrán trabajar contigo: Querrán contratarte para que imprimas en su organización esa fuerza, esa pasión, esa motivación, ese amor que tú tienes y eres capaz de mostrar…

2.- Tu momento presente es el que es, no puedes cambiarlo. Lo que si puedes es poner todas tu energía para que este momento evolucione hasta convertirse en la situación o estado que deseas. Cinco, seis meses es tiempo para hacerlo todo, para cambiar muchas cosas, para construir muchas otras. La pregunta es: ¿Cómo quieres que sea tu situación dentro de ese tiempo? ¿Dónde quieres estar dentro de seis meses? Debes tener clara ya la respuesta a esta pregunta.

3.- Cuando buscas colaboraciones o sinergias con otros profesionales o entidades es un error pensar que vas a contactar con personas que están más “avanzadas” que tú, que tienen más contactos que tú y que vas a poder “descansar” en ellos. Pensar que te van a aportar mucho en tu momento inicial es un error. Todo el que busca colaboraciones las busca con alguien ya asentado, alguien mas grande que uno mismo. Eso te pasa a ti y les pasa a los demás. Por eso los más grandes no te ven a ti. Están mirando hacia arriba y no hacia abajo. Debes hacerte grande, un referente, con un prestigio reconocido para empezar a tener buenas colaboraciones, colaboraciones entre iguales. Vendrán a darte cuando tú estés preparado para darle a ellos.

4.- ¿Cuál es tu objetivo? ¿Lo tienes claro y lo tienes definido? ¿Has pensado en ello? ¿Es definido, medible, alcanzable y retador? No será algo como: “Recuperar mi inversión en formación” o “Que me vaya bien!!!”“Poder vivir de esto”. “Estar contenta con lo que gano”. “Trabajar mucho…» ¿Das por válidos estos objetivos o estás dispuesto a definirlos y pulirlos hasta que sean una verdadera guía, un auténtico mapa que te lleve hacia dónde quieres ir y te diga cómo has de llegar? Sin objetivo no hay logro a alcanzar. Sólo hay deriva. El tuyo tiene que ser sólido. Y recuerda, la modestia no es una buena herramienta para definir objetivos. La humildad si, pero son cosas distintas.

Si no sabes lo que quieres, o a dónde vas, no lo conseguirás alcanzar.

5.- Queremos que los clientes nos atiendan, conectar, que nos contraten, hacer nuestro trabajo, y por supuesto que nos paguen. Para muchos parece que este es el final del itinerario con una empresa. Eso es un error. Después de que te paguen, después de trabajar para alguien la relación, si la cuidas, no ha hecho más que empezar. Cada cliente puede darte referencias para abrir las puertas de otras empresas, de otros clientes para ti: Sus clientes, sus proveedores, sus amigos, etc… Puedes pedirle que te valoren en tu facebook o que hagan un comentario positivo para tu web. Puedes pedirles también cartas de recomendación, etc… Piensa que no hay nada más valioso para vender tu producto como la opinión de un cliente contento. Puedes volver a trabajar con ellos más adelante, cada año o cada cierto tiempo. La relación con quien haya sido tu cliente debe ser “eterna”.

6.- ¿Tienes un buen currículum? ¿Sabes de tu materia, de tu campo, de tu sector? Bien, pero, ¿qué es lo que no sabes? ¿Sabes de redes sociales, de informática y diseño de presentaciones, de marketing, de contabilidad, de finanzas, de comercio y ventas? ¿Sabes de la existencia y los plazos de subvenciones que te pueden ayudar? ¿Sabes manejar y sacar provecho de Linkelin? ¿Sabes de Facebook todo lo que habría que saber para anunciar tu negocio, o tu nivel sigue siendo de “usuario”? ¿Qué entiendes de empresas, de sus estructuras, hábitos, mentalidades, flujos, “dolores” o necesidades? ¿Sabes inglés? ¿Sabes manejar y hacer cambios en tu web? ¿Tienes canal de Youtube?… El camino a recorrer es muy largo

7.- Antes de empezar a esforzarte en buscar y ganar dinero pregúntate cual es la relación que tienes con él. ¿Qué imagen tienes del dinero? ¿Y a nivel de tu subconsciente? ¿Para ti es algo sucio, malo, que causa “problemas en las familias”, dolor en el mundo, es “la causa de muchos males”?. ¿Cuáles son tus creencias sobre el dinero? ¿Has tenido dinero en otras fases de tu vida? ¿Lo tuvo tu familia? ¿Cuánto dinero hubo a tu alrededor en tu infancia y cómo lo hicieron tus padres con él? ¿Cómo y qué hicieron si no lo hubo? ¿Cuándo tienes dinero, lo gastas rápido, lo derrochas, lo retienes, lo atesoras,… qué relación tienes con él? Debes tener claras cuáles y cómo son tus creencias profundas sobre el dinero antes de gastar vida y energía buscándolo sin que te llegue…

8.- Debes fijarte un objetivo económico claro y no hay otro más claro que marcarte la cantidad de dinero que desees recibir al mes (o al trimestre) y en cuanto tiempo va a empezar a recibirla. Por ejemplo: “Facturaré 2.000 € mensuales a partir del mes de septiembre de 2019”. Este objetivo debe ser realista y alcanzable, pero a la vez tiene que ser retador. !!!Tienes que ser ambicioso!!! ¿Te has fijado poco dinero al principio? ¿Por modestia, humildad, miedo? (Vuelve a leer el punto 7). Puede que tengas que re-ajustar algo tu objetivo pasados unos meses, pero solo “algo”. No puedes pasar de fijarte 2.000 € al mes a contentarte con 700. Sí en cambio puedes pasar de fijarte 2.000 a 1.600 o 1.700. Cuando lo tengas fijado, lo desees, lo visualices y te pongas en marcha, el universo empezará a moverse para hacer que eso que has fijado se cruce en tu camino.

9.- Nadie lo ha conseguido solo. Nadie se hizo rico en soledad. Es necesario tejer una red, crear uniones, ampliar tu “universo”. No estoy hablando de únicamente de colaboradores. Estoy hablando de personas que te acompañen en el camino, de las que aprender continuamente y sin parar. Mira a tu alrededor… esas personas están ahí. Solo tienes que iniciar el diálogo con ellas. Ahora mismo, en este momento, estás rodeada de maestros y compañeros de viaje. De igual manera, nadie lo consiguió tampoco sin dejar de aprender, de conocer más, de formarse. El camino del éxito está empedrado de libro leídos y aprendizajes recibidos.

Nadie lo ha conseguido solo. Rodéate de personas que te acompañen en el camino.

10.- Cuando recibes un “No” en lo comercial no es un no hacia tu persona, tu formación o tus conocimientos. Es un “No” al mensaje que en ese momento le ha llegado a tu cliente elegido. Quizás el mensaje no estaba pulido, quizás no era el momento oportuno, quizás no llegó, no lo vieron, no lo leyeron… ¿Imaginas cuantos e-mails vas a mandar sin que ni siquiera lleguen a abrirlos o a terminar de leerlos? No tengas miedo de insistir e insistir en una empresa. Quizás nunca leyeron lo que enviaste, no te recuerdan y aunque tu puedas creer que llevas 6 meses dando “el coñazo” ellos pueden tener la impresión de que te ven por primera vez, porque antes no lo habían hecho. Cada sector tiene una serie de “Noes” por cada “Si”. Debes coleccionar “Noes” para obtener un si. Cada vez que te digan “No”, es un paso que te acerca hasta el siguiente “Si”.

Hay una película en la que el protagonista, condenado a cadena perpetua, envió una carta diaria al gobierno solicitando una biblioteca para la prisión. Diecisiete años después de enviar la primera recibió dos docenas de cajas con libros, junto con una carta de respuesta que decía: “Por favor, no escriba más”. Al día siguiente empezó a enviar dos cartas diarias con su nueva petición…

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“El único propósito de la vida es encender una luz en medio de la oscuridad de la existencia”.

CARL JUNG

“Las personas solo cambian de verdad cuando se dan cuenta de las consecuencias de no hacerlo”

MARIO ALONSO PUIG

 

Mientras redacto este artículo, guardo en Dock, minimizado, el archivo con la lista (incompleta) de los asistentes a mi próximo taller.  Me dedico profesionalmente a impartir talleres de desarrollo y crecimiento personal. A través de varias herramientas y métodos de aprendizaje, para particulares y empresas.

En estas últimas, la asistencia a la formación es obligatoria, marcada por la dirección o por recursos humanos, y no supone un problema llenar los talleres. Algo muy distinto ocurre cuando la formación está dirigida a particulares. Estos talleres constituyen el ámbito y el motivo de análisis de este artículo.

Antes de continuar, reviso una vez más las redes sociales, a través de las cuales publicito mi próximo taller en busca de algún mensaje sin leer. Publicaciones en esas mismas redes, campañas de marketing on-line, e-mails, whatsapps, llamadas telefónicas,…  Una larga lista de acciones para completar una lista mínima de asistentes para que el taller pueda salir. Trabajo a menudo arduo y, a veces, titánico.

Y en cada ocasión, me hago las mismas preguntas: ¿Por qué una persona decide asistir (o no) a un taller de desarrollo y crecimiento personal? ¿Qué elementos entran en juego en la decisión? ¿Cuáles son los factores más importantes, lo que más valora el interesado? Supongo que habrá una respuesta diferente, individual, propia, por cada participante.

Pero ¿cuál es el factor clave, el que lleva al éxito (o al fracaso) tu convocatoria? Vamos a analizar algunas pistas o ideas que creo pueden influir en el resultado final.

¿Qué atrae a los participantes?

En el mundo de la formación, como en todos los demás, existen grandes “estrellas”, profesionales que son un referente en su campo con un inmenso poder de convocatoria. Obviamente, ellos no leerán este artículo.

No quiero pensar que la única solución sea esperar años de carrera profesional con talleres a medio llenar hasta conseguir ese gran efecto llamada del que contados profesionales disfrutan. Y más en un mundo complicado y enrevesado como es el de la formación en crecimiento y desarrollo personal, donde lo que prima es la apariencia, la imagen proyectada con todos sus adornos, y que puede no corresponderse con unos contenidos a la altura de lo que se espera recibir. Mientras que, otras opciones, con un enorme valor en sus contenidos y metodología, fracasan.

¿Todo depende entonces de esta imagen, proyectada en redes sociales a través del marketing on-line? ¿Es ésta la llave, la clave principal? ¿Qué es lo que realmente se compra y se vende en este mercado del “ser mejor persona”? ¿Una imagen proyectada, los contenidos, valores, soluciones, un anhelo de cambio, una varita mágica,… la lámpara maravillosa..?

A la hora de tomar una decisión y embarcarse la aventura del “conocerse más a uno mismo” sin duda es un factor muy importante saber cómo va a ser el taller: su contenido, temática, método o la experiencia que ofrece. Muy a menudo me encuentro que me hacen la pregunta: ¿esto de qué va?. Pregunta que tras el taller a menudo se convierte en un: “No me imaginaba que fuese así…”

En mi caso, que me dedico a impartir talleres basados en la gestión emocional con herramientas tan poco usuales como piezas de Lego® o el trabajo de coaching con caballos esta cuestión se hace recurrente, y está presente en la mayoría de las comunicaciones de los interesados.

Resulta muy complicado trasladarles (a los futuros clientes) en una breve respuesta comercial, de manera clara y directa, en qué consiste el taller, qué experiencias pueden vivir, qué beneficios pueden obtener, etc… ¿Cómo exponerles la totalidad del proceso, cómo hablarles del “qué”, (que es lo que quieren oír) sin entrar en el “cómo”?

Asimetría, el elemento sorpresa del taller de crecimiento y desarrollo personal

En 1970 el economista norteamericano George Akerlof (Premio Nobel de economía en 2001) publicó un artículo referente a la venta de coches de segunda mano donde hablaba de la diferente información que manejaban, en la venta, el vendedor y el comprador del coche. El primero tenía datos exactos del estado del coche mientras que el segundo se encontraba prácticamente a ciegas en la toma de decisiones. Su única información veraz a la hora de comparar era el precio. Esto hacía que las probabilidades de adquirir un “lemons” (un cacharro) se multiplicasen exponencialmente para el comprador.

Akerlof creó y desarrolló así el concepto de la venta asimétrica, donde comprador y vendedor tiene informaciones muy desiguales sobre el producto. Creo que esto es perfectamente aplicable a gran parte de la oferta actual de talleres de crecimiento y desarrollo personal. Los interesados en la formación carecen, en multitud de casos, de los elementos necesarios para una toma de decisiones objetiva y madurada. Se encuentran a oscuras respecto a las experiencias, las vivencias y los contenidos (incluso los beneficios) que está comprando.

A esto contribuye la existencia en el mercado de talleres con métodos o nombres rimbombantes o exóticos que a veces, ni los que nos dedicamos a esto, somos capaces a primera vista, de saber en qué consisten.

Si a esto unimos el hecho, demostrado científicamente, que a la hora de realizar una compra, el miedo o temor a perder es 2,5 veces superior al deseo de ganancia, parece que se dan las condiciones ideales para dejar desiertos la mayoría de los talleres.

La oferta y la demanda, ¿qué elegir?

Otro elemento a tener en cuenta es que el mercado de crecimiento y desarrollo personal está en auge y por lo tanto saturado de oferta. Infinidad de métodos o caminos ofrecen las mismas soluciones o similares. El crecimiento personal está de moda, y esa moda dispara la oferta.

Siguiendo esta misma moda encontramos a un reducido grupo de personas que se tiran a la piscina y aún con los escasos elementos de decisión a que nos referimos, se apuntan con asiduidad y casi «fervor» a todo tipo de eventos y formaciones, sea de lo que sea. Pero este grupo fiel e incansable no da para llenar los talleres.

También influye la resistencia de muchas personas a la hora de adentrarse en un autoconocimiento más profundo, basada en la creencia de que van a verse obligados a enfrentarse a situaciones “desagradables” que tienen su origen en esa búsqueda.

Esa resistencia, que vive bajo el lema “yo estoy bien, no necesito esas cosas” se acrecienta cuando la propuesta para el autodescubrimiento lleva consigo el mostrarse en grupo. Es quizás confundir lo personal con lo íntimo e imaginar situaciones comprometidas delante de los demás. Es, en el fondo, el miedo al cambio, a los comportamientos “desconocidos” que creemos vamos a experimentar durante ese cambio, y a tener que vivirlo y expresarlo delante de otros.

Conclusión

Por otra parte, el precio del taller es otro obstáculo a salvar. Y más aún si, como decimos, la alternativa que se plantea es aceptar un precio a cambio de un producto nada claro o concreto. Es la asimetría a la que nos referíamos, que aleja a los participantes de las certezas y/o expectativas en las que cimentar el deseo de compra.

Así que tenemos un interesado que sabe poco o nada del producto que está comprando y que tiene que ceder un precio a cambio de esa incertidumbre. Y que además se resiste a “adentrarse” en el conocimiento de sí mismo, de la persona que es, y mucho menos a mostrarlo en público.

Y a pesar de todo esto, el nivel de satisfacción posterior de los que participantes, es generalmente muy alto. Son muy pocos los que se van de vacío, sin encontrar aspectos beneficiosos o productivos. Muy pocos testimonios he oído de personas que se hayan arrepentido de acudir a una de estas formaciones, y ninguno puedo decir, como parte de mi propia experiencia.

Analizando todas estas circunstancias para el interesado, quizás sea entonces cuestión de correr un pequeño riesgo, decir “si” a esa pequeña aventura. Atreverse a experimentar, a descubrir, a ser…

Para el profesional que convoca el taller, sin duda deberá eliminar, o al menos acortar todo lo posible, esa asimetría de la información que sobre el taller que necesita tener su cliente. Esa desigualdad,  ese mar entre dos islas, nos separa del éxito. Y sin duda añadir valor a aquello que ofrecemos, de manera continua, siempre en aumento.

                                                                                                    

                                                                                               “En el futuro lo normal será convencer a la gente con imágenes y emociones más que con argumentos”.

 

                                                                                                                                                             

                  “Ya está. Con el segundo clik aparece en la pantalla el pago aceptado, diciéndome que la compra se ha realizado con éxito. En breve llegará un e-mail con el resumen de la operación, más datos y más confirmaciones. Todo rápido y  fácil..”

 

                Es la última compra de libros para tener material para prepara el taller de formación sobre ventas que estoy diseñando, dirigido a todas aquellas personas, profesionales de la venta (equipos comerciales) o no, que deseen desarrollar y potenciar las habilidades o aptitudes que conforman su perfil comercial, o que simplemente necesiten mejorar sus técnicas. ¿Cómo vender en un mundo online donde internet parece haber desterrado, excluido de la ecuación y casi extinguido la imagen que tenemos del vendedor tradicional? Donde los clientes pueden acceder, a través de sus dispositivos, a una cantidad ingente de información, que pueden manejar con total claridad y efectividad para completar o definir su decisión de compra. Donde las empresas tecnológicas manejan datos infinitos sobre hábitos de consumo, neuro-marketing y comportamiento de sus clientes. Donde todo lo que necesitamos para comprar – y para vender – lo llevamos en nuestro Smartphone, veinticuatro horas al día, al alcance de nuestras manos.

En un escenario así parece desde todo punto de vista descabellado el pensar que habrá alguien con la peregrina idea de asistir a mi formación, o que alguna empresa apueste por contratar mis servicios para este campo. Y sin embargo, frente a este panorama, se elevan muchas voces autorizadas, acompañadas de datos para fundamentar sus afirmaciones, que hablan de lo contrario, del resurgir de la figura del vendedor con pieza fundamental del mercado. En palabras de una de estas voces. “Si alguien escribiera algo acerca de las ventas en la segunda década del siglo XXI, sería el anuncio de un nacimiento”. (1)

Según Daniel H. Pink, la proporción de estadounidenses que se ganan la vida en el sector de las ventas se encuentra en uno de cada nueve. Esta proporción, nos dice, se mantiene invariable para otros países como Australia, Canadá, Reino Unido o el resto de Europa. Pero hay una segunda lectura de estos datos, que viene recogida en su obra “Vender es humano” (Gestión 2000), y que es lo que el autor denomina “ventas sin vender”. ¿Qué quiere decir con esto? ¿Quién – o quiénes – nos dedicamos, aún sin haberlo sabido hasta ahora, a “vender sin vender”?

¿Conocéis a alguien que de manera habitual, o esporádica, no venda algo a través de las múltiples aplicaciones que existen en internet para objetos usados o de segunda mano? ¿Tenéis actualmente un coche o algún otro vehículo en venta? ¿Algún artículo de bebé – andadores, carritos, cunas,… – a los ya no les deis uso?

Las tecnologías que amenazaban con hacer desaparecer a los comerciales al uso, lo que realmente han propiciado es que muchas más personas, directa o indirectamente, a tiempo parcial o completo, se conviertan en vendedores. Por ejemplo, en la actualidad,  más de setecientos cincuenta mil americanos afirman que Ebay es su fuente primaria o secundaria de ingresos.

Otro caso es el floreciente mercado de las apps, y que solo en Estados Unidos ha generado medio millón de empleos desde que en el año 2007 Apple lanzase su primer iPhone.

Mirémoslo desde otro lado: ¿Nuestro desempeño profesional diario tiene algo que ver con convencer a otros para que se desprendan de lo que tienen (de sus recursos) a cambio de lo que tenéis vosotros? ¿Vuestro día a día laboral depende de alguna manera de vuestra  capacidad para influir, persuadir y mover al cambio a los demás?

Los médicos “venden” diagnósticos y tratamientos, los formadores y docentes, métodos para aprender y mejorar. Los emprendedores tienen que vender su idea. Las parejas se venden planes, salidas u opciones uno al otro. Los miles de trabajadores independientes, autónomos, que se ganan la vida a través de un producto o servicio tienen que “venderlo”, aunque esa no sea su principal actividad. Así, “las grandes empresas, han terminado por descubrir que dividir las funciones asignadas a cada puesto de trabajo no funciona demasiado bien en condiciones económicas inestables y por ello han comenzado a demandar habilidades elásticas que traspasan las fronteras e incluyen el componente comercial”. (2)

Como decíamos anteriormente, uno de cada nueve americanos se dedican a la venta directa como actividad laboral, pero los ocho restantes, siete de ellos se dedican a la venta sin vender.

Y este es el panorama y lo que se está fraguando poco más de dos décadas después de la llegada de internet. La red, que parecía que iba a acabar con el sector de las ventas como tradicionalmente lo hemos conocido –  amenaza que está muy viva en muchas opiniones – no ha hecho más que transfórmalo,  profunda y radicalmente si, y de manera definitiva, pero también lo ha llenado de estímulos, de aire fresco y de nuevas oportunidades.

Las compras online tienen mucho que ver, para la mayoría de las personas que las hacen a diario, con la facilidad, la rapidez y la inmediatez de las mismas. Pero también tienen que ver con la corriente social actual y los hábitos de comportamiento en los que prima cierto aislamiento del individuo, donde las relaciones personales están perdiendo terreno y se han visto reducidas frente a la interacción en las redes sociales y demás aplicaciones de internet. Online también compramos y vendemos expectativas (nos vendemos a nosotros mismos) de relaciones personales a través de las múltiples aplicaciones de citas y búsqueda de pareja que marcan el encuentro personal entre los usuarios como un hito una vez ya avanzado el proceso.

Compramos por internet y nos enfrentamos a diario a una de sus paradojas: El exceso de algo positivo puede llegar a convertirse en un inconveniente, en algo negativo: Por ejemplo la tremenda oferta que tenemos en la red, la abrumadora cantidad de información.

Imaginemos que nos vemos en la necesidad de comprar un automóvil. O quizás sería mejor poner el ejemplo de que alguien cercano nos pide ayuda en este sentido. Tenemos que elegir o ayudar en la elección de un coche para alguien cercano a nosotros. Con ello quizás nos veamos más libres del poder del influjo que ejercen las marcas, pues muchas personas, a la hora de comprar, fieles a su vehículo anterior, tan sólo se plantean cambiar de modelo dentro un mismo fabricante. Tenemos que ponernos en el lugar de esa otra persona. ¿Seríamos capaces de ofrecerle alguna ayuda y sobrevivir al naufragio en un océano de  información saturado de infinitas opciones?

Hemos llegado hasta aquí y ¿Aún no echamos de menos la figura humana de un asesor comercial que nos ayude? Pongamos un ejemplo más:

Un gran porcentaje de las compras que hacemos por internen son de aparatos digitales o electrónicos que tras la compra necesitan una leve instalación para su puesta en funcionamiento. O simplemente, éstos aparatos nos llegan defectuosos, se estropean o no nos proporcionan las prestaciones que esperábamos. En esos momentos, ¿ No hemos deseado, por

encima de todas las cosas, el poder contar con un asesor comercial humano que nos ofrezca una solución?

Muchos de nosotros, en algún momento, hemos tenido como cierta la imagen del vendedor tipo, cargante, insistente, con mucha “labia”, que nos persigue y nos ofrece un producto del que llegamos a desconfiar. Si, los vendedores tienen mala fama: son molestos, agresivos y a veces deshonestos. Hasta tal punto esto es así que muchos profesionales prefieren no decir de una manera directa que se dedican a las ventas.

Pero frente a esta creencia que muchos tenemos, ahora resulta que la mayoría de nosotros también nos dedicamos, como hemos visto, de una u otra manera a las ventas. ¿Cuál es entonces nuestra postura? ¿Cómo nos desenvolvemos en la venta? ¿Qué tipo de vendedor somos? ¿Tenemos claros nuestro valores, nuestro objetivos…? ¿Y nuestras habilidades o capacidades para sacar la venta adelante?

En un mundo digital, en la era del “Big Data”, aún en muchas de las compras que hacemos participa la figura de un vendedor tradicional (Casa, coche, multitud de servicios…). Y la venta no es sino una relación humana, en la que priman aspectos como la comunicación, la atención, la escucha activa y el inevitable componente emocional que rodea a toda interacción humana. Es comprendernos a nosotros mismos para a través de ello poder comprender mejor a los demás. Es entender nuestros valores, nuestras creencias, para poder posicionarnos y tomar las decisiones más convenientes para nosotros, ya nos corresponda la figura de vendedor o de comprador.

Internet no solo ha llegado para quedarse, sino que va a revolucionar nuestras vidas, de manera constante y en progresión geométrica, en los próximos años. Adaptarnos a estos cambios exigirá de nosotros el desarrollo de unas serie de una habilidades, de unas capacidades y unas aptitudes frente a lo nuevo, a lo desconocido. Ahora que podemos todo nuestro negocio en nuestro smartphone, y toda nuestra central de compras, no debemos olvidar que todo, o casi todo continúa dependiendo de nosotros…

 

(1) y (2) Daniel H.Pink. “Vender es humano”. Ed. Gestion 2000.